Uno de los
problemas hoy en día de las Iglesias es que existen muchas personas que
solamente asisten, cantan y levantan las manos simplemente por costumbre, por
obligación o por ser vistos por los demás.
En los
tiempos de nuestro Señor Jesús también había ese tipo de personas, así que un día
el Maestro los confronta diciéndoles: